Invertir en construcción

Miguel Rus Palacios

Presidente de la Confederación de Empresarios de Sevilla y de GAESCO

 

Cuando las previsiones del Gobierno y las de los analistas más reconocidos del país apuntan que hemos iniciado la senda del crecimiento, no tenemos por menos que reflexionar sobre una crisis que ha minado el desarrollo de algunos sectores empresariales, fundamentales para la economía de nuestro país.

Miguel Rus
Miguel Rus

Una crisis que ha extendido sus tentáculos por la mayor parte del planeta y que ha podido ser atajada en aquellos países que tomaron medidas en su momento y supieron adelantarse a lo que se avecinaba.

En España se ha empezado tarde a hacer los deberes y aún hoy, a pesar de las medidas adoptadas en todos los terrenos, debemos reconocer que nos queda un largo camino por recorrer en el terreno de los cambios estructurales que necesita nuestra economía.

La coyuntura económica actual se caracteriza por la incertidumbre y aún hay quien difiere de las declaraciones gubernamentales, sobre todo porque seguimos arrastrando unas tasas de desempleo inasumibles en un país que necesita crecer por encima de la media europea.

Se está generando empleo y el número de parados, aunque sigue disparado, está decreciendo poco a poco. No obstante parece casi imposible llegar no ya al pleno empleo, sino a unas tasas de desempleo razonables, teniendo en cuenta que la población activa en España se ha incrementado en varios millones de personas en los últimos años.

Consideramos que se va en la dirección correcta, pero es necesario ir más allá. Siguen sin convencernos algunos aspectos de las reformas emprendidas, en especial en los terrenos fiscal y financiero. Desde el elevado nivel de las cotizaciones empresariales y la necesidad de que sean reducidas de inmediato para fortalecer la recuperación económica y la creación de empleo, hasta la falta de medidas para disminuir la excesiva complejidad del sistema tributario actual y las cargas administrativas que comporta, pasando por las dificultades para acceder al crédito.

A pesar de todo ello, los empresarios hemos sabido sacar fuerzas e intentar salir reforzados de la peligrosa senda en la que nos movemos, especialmente en el sector de la construcción.

Un sector que ha sido demonizado, pero que se sigue demostrando que es el verdadero motor de crecimiento de un país.

La industria de la construcción no es lo mismo que la burbuja inmobiliaria ni tampoco es el mal llamado sector del ladrillo. La construcción en España es uno de los sectores con mayor capacidad de creación de empleo, al que no se le puede achacar la responsabilidad de la crisis, sino al contrario. Gracias a la construcción cientos de miles de familias han accedido a unas condiciones económicas que nunca pudieron imaginar.

La construcción ha sido un sector que ha sabido responder con una gran capacidad y profesionalidad a la demanda que, especialmente desde el año 2000, se produjo en España como consecuencia de dos factores: el aumento de la población (crecimiento de mano de obra femenina, inmigrantes, acceso al mercado laboral de los nacidos en el baby boom de los 60) y la entrada en la UE, que dio lugar a reformas institucionales que facilitaron los créditos bancarios a unos intereses significativamente bajos, lo que fue un aliciente para la adquisición de viviendas, lo que a su vez impulsó el sector, adquiriendo un protagonismo histórico dentro de la economía del país.

No han sido las empresas de la construcción las que han creado la demanda, sino las que han dado una respuesta satisfactoria a una situación envidiable de bonanza económica, dando empleo en 2006 a más de 2,6 millones de personas y aportando el 12,6% del PIB español. No se puede afirmar que la construcción haya sido el pilar fundamental, pero sí que ha sido uno de los más influyentes y, sobre todo, que ha sido uno de los grandes generadores de empleo.

La ralentización y posterior caída del sector de la construcción, y especialmente de la construcción de viviendas, tiene su origen en la restricción del consumo como consecuencia de la crisis financiera internacional desatada en EEUU en 2007. A esto se suma la restricción económica adoptada por la Administración, que ha reducido a la mínima expresión la inversión en obra pública. Para revitalizar la industria de la construcción solo es necesario, por tanto, recuperar la confianza y el poder adquisitivo de las familias, y activar las inversiones en obra pública. En definitiva, INVERTIR.

La inversión en la industria de la construcción es una de las más rentables, ya que se traduce en creación de empleo y generación de actividad económica en muy poco plazo. La construcción tiene una influencia directa en la competitividad y la productividad de nuestra economía.

Pero la inversión debe estar ajustada a la demanda real de la sociedad: viviendas adaptadas a los nuevos modelos de familia, en zonas de alta incidencia laboral (no residencial), infraestructuras realmente demandadas por la población, mantenimiento de las infraestructuras actuales, rehabilitación del parque anticuado, reurbanización de barriadas obsoletas, etc.

Invertir en la industria de la construcción no equivale a construir sin ton ni son. Eso es la burbuja inmobiliaria. La industria de la construcción es otra cosa, y la renovación del sector empieza a ser un nuevo nicho de mercado donde hay excelentes oportunidades empresariales. Si se aplican criterios de eficiencia económica, nuestro sector puede volver a crear empleo, ya que tiene una incidencia directa sobre el tejido productivo local.

La CES ha puesto en marcha un programa, denominado CRECES, mediante el que pretende hacer de Sevilla una ciudad atractiva desde el punto de vista del inversor, tanto foráneo como local, además de prestar la asistencia técnica necesaria para que todo el que desee invertir o crear una empresa pueda hacerlo con garantías de éxito. En este programa se incluye además la asistencia necesaria para acceder a los nuevos fondos europeos de financiación previstos para el período 2014-2020, promoviendo especialmente las alianzas empresariales y la innovación empresarial.

Tenemos excelentes oportunidades que debemos aprovechar si queremos que Sevilla no pase a ser una capital de segunda división, monopolizada por el sector servicios, que casi está adquiriendo las dimensiones de nueva burbuja económica. Hay que invertir en sectores realmente productivos y generadores de empleo estable, y el nuevo sector de la construcción puede ser uno de ellos.

Reivindico un cambio de mentalidad en el ámbito privado y público para encontrar en la industria de la construcción una nueva oportunidad de crecimiento, priorizando sin miedo y con altas dosis de rigor económico, las inversiones en infraestructuras, empresas de rehabilitación, nuevas fórmulas de promoción, viviendas sociales, estudios de reordenación urbana, empresas para la racionalización energética de las viviendas, investigación en materiales y fórmulas constructivas, mantenimiento del viario, obras hidráulicas, etc. Ai

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