El presente agónico de Andalucía reclama que volvamos a pensar en la obra pública

José Abraham Carrascosa Martínez

Decano del Colegio de Ingenieros de Caminos, Canales y Puertos de Andalucía, Ceuta y Melilla

José Abraham Carrascosa
José Abraham Carrascosa

Desde hace unos años el Colegio de Ingenieros de Caminos, Canales y Puertos tiene verdadera preocupación por el déficit de infraestructuras en Andalucía, particularmente en lo concerniente a las infraestructuras de transporte tanto en el ámbito regional y provincial como metropolitano, denunciando el escaso o, prácticamente, nulo avance que puede constatarse en la mayoría de las infraestructuras programadas, presupuestadas y muchas de ellas comenzadas y posteriormente paralizadas por las diferentes administraciones.

El engranaje no puede seguir parado. Tenemos que echar a andar, devolverle el pulso a la economía andaluza, falta de oxígeno y del empuje regenerador que nos sitúe de nuevo en la senda del crecimiento. Las infraestructuras devuelven el flujo a un sistema moribundo: abren vías de comunicación, descongestionan puntos negros, tienden puentes, llevan agua, acercan núcleos de actividad económica, dinamizan territorios, impulsan su desarrollo, contribuyen a crear empleos, prestan un servicio vital que tiende a ignorarse y facilitan la vida de los ciudadanos. Debemos de ser conscientes de ello y pedimos que empiece a tomarse conciencia de ello, antes de eliminarlas con ligereza de la ecuación de la inversión, tantas veces reclamada y tan necesaria en estos momentos.

Nos preocupa la dotación de las infraestructuras, en un mapa que empieza a ser deficitario de ellas. Nos preocupa no sólo desde el punto de vista funcional y de bienestar ciudadano, sino también desde los puntos de vista de creación de empleo y riqueza. Existen cifras muy concluyentes, mediante las que se demuestra que en los períodos de crisis económica, el efecto de construcción de infraestructuras es factor tan determinante, como el ahorro en gastos derivados en muchos casos de la hipertrofia de las administraciones en épocas de bonanza. Naturalmente, la inversión en obras públicas debe proceder de la selección racional y optimizada de éstas, con una planificación a medio y largo plazo, consensuada entre todos los agentes políticos y económicos, bajo criterios técnicos de necesidad y sostenibilidad, y nunca sustentadas en el rédito político puntual. Pedimos, para ello, que se escuche a los técnicos, a los ingenieros de caminos, canales y puertos. Recordamos en este punto ejemplos negativos de aeropuertos sin pasajeros ni aviones, líneas de alta velocidad para producir irrelevantes ahorros en los tiempos de desplazamiento o tranvías sin uso. Estos ejemplos han hecho mucho daño a nuestra profesión, a las obras públicas en general y en parte han animado a nuestros políticos a tener una política errónea de no invertir para no gastar.

No puede olvidarse que la construcción, que engloba en distintos porcentajes los subsectores de la edificación y de la obra civil, debe seguir siendo un sector básico dentro de la economía española y que la búsqueda de un nuevo paradigma productivo no debe implicar el abandono de la construcción a su propia suerte, porque su papel es decisivo para que la economía española encuentre en ella de nuevo un factor de crecimiento elevado y sostenible. Todas estas consideraciones deben enfatizarse en el caso de Andalucía, verdadero “agujero negro” del desempleo en los países de la Unión Europea.

Naturalmente, el efecto multiplicador de la economía debido a la construcción de infraestructuras se potencia con la incorporación de la investigación, desarrollo tecnológico e innovación, lo cual, lamentablemente hoy por hoy no se da en nuestro caso en las condiciones deseadas y camina a ritmos demasiado lentos para el grave problema laboral que tenemos los andaluces.

La situación actual es que en Andalucía, a pesar de haber disfrutado de un período continuado de bonanza económica, de fondos europeos para el desarrollo, y de estabilidad política, hemos llegado a una situación en la que hay una elevadísima tasa de paro, una fiscalidad asfixiante y un sensible déficit en el aspecto infraestructural, tanto de nuevas obras como de mantenimiento, conservación y explotación de las ya construidas y que en su momento fueron un ejemplo de obras de altísima calidad.

El desarrollo de nuevas infraestructuras del transporte, tanto como la recuperación y conservación de las existentes, es fundamental para Andalucía por las diversas razones expuestas, de las que depende su desarrollo, su futuro y también su prestigio.

En el momento actual y con los presupuestos aprobados o casi aprobados tanto del Estado como de la Comunidad parece que no es ninguna prioridad para ninguno de ellos el desarrollo de nuevas infraestructuras en Andalucía. Y en una sociedad en crecimiento, se necesitan infraestructuras que se adapten a su avance y crezcan con ella, para responder sus demandas.

Por consiguiente, creemos muy oportuno desde este Colegio profesional hacer una llamada de atención y sensibilización de las Administraciones Autonómica y del Estado, y solicitar, con el máximo respeto y también con la máxima vehemencia, que se vuelva a pensar en la obra pública, algo que nunca se debió abandonar y que el presente agónico de Andalucía demanda en aras a un futuro desarrollo de toda la Comunidad y sobre todo de sus ciudadanos. Ai

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