“El empresario que ha conseguido sobrevivir estos siete años se merece todos los homenajes del mundo”

Javier González de Lara y Sarria

Presidente de la Confederación de Empresarios de Andalucía

 

Asumió la presidencia de la Confederación de Empresarios de Andalucía en un momento muy difícil, tanto para la economía andaluza en general como para la propia CEA en particular. “Uno no elige los momentos, vienen cuando vienen y es el sentido de la responsabilidad, quizás de híper-responsabilidad, lo que te lleva a dar el paso decisivo”, asegura Javier González de Lara y Sarria, malagueño licenciado en Derecho que de forma paralela ocupa la presidencia de la Confederación de Empresarios de Málaga.

Javier González de Lara
Javier González de Lara

Manifiesta haber acudido a su cargo al frente de CEA para “servir y ser útil, haciendo las reformas y las transformaciones” que considera necesarias. Admite que tan complicada tarea sería imposible de abordar en solitario: “Hemos diseñado un equipo muy bueno, tanto a nivel directivo, donde cuento con personas muy comprometidas, como a nivel técnico, donde estoy apoyado por muy buenos profesionales, involucrados al máximo. Hay que reajustar ciertas cuestiones, pero tengo ilusión”. Afirma que el camino que tiene por delante no será de rosas: “Dificultades, todas. Existe un fuego cruzado constante a todos los niveles, pero me considero corredor de fondo y creo que con humildad, paciencia, templanza y prudencia podemos conseguir nuestros objetivos. Necesitaremos tiempo, pero podemos lograrlo”.

Le caracteriza su proximidad a los empresarios, de todas las provincias y sectores, siempre pendiente de las dificultades que están sufriendo. “Son tiempos de estar muy próximos a las personas”, sentencia el presidente de la patronal andaluza, un abogado en ejercicio y máster en Mediación y Resolución Extrajudicial de Conflictos que en 2006 recibió la Medalla del Oro del Consejo Andaluz de Relaciones Laborales por su dilatada trayectoria en el ámbito de las relaciones laborales y por su contribución al diálogo social en la provincia de Málaga. Dotado de un notable talento artístico, comparte su dedicación al empresariado con su faceta de pintor marinista. Su obra ha recorrido exposiciones de toda España y más recientemente ha saltado las fronteras nacionales para llegar a territorios tan diversos como Bélgica, Chile, Colombia o Guatemala.

 

¿Nos podría resumir brevemente su experiencia en estos primeros meses al frente de la Confederación?

La experiencia es enriquecedora, marcada por una enorme intensidad. Representa una gran responsabilidad, sobre todo porque tengo que dar respuesta a la confianza que han depositado en mí nuestra Asamblea General y todos los empresarios que apuestan cada día porque este nuevo equipo de CEA sea capaz de liderar los cambios que precisamos. Espero no defraudarles.

¿Cuál es la situación económica de CEA a día de hoy?

Partimos de una situación económica compleja y actualmente hay un plan de viabilidad en marcha que esperemos nos permita evolucionar favorablemente. Intentaremos lograr una mayor optimización de los recursos, el incremento de cuotas, la oferta de nuevos servicios, etc. Creo que lo iremos logrando progresivamente. Llevo menos de un año como presidente, por lo que sería muy aventurado decir que hemos alcanzado las metas, pero qué duda cabe que a partir de ese plan podemos alcanzar la estabilidad en el tiempo.

Todo eso lo vamos a acompañar con un nuevo plan de acción, que representa una renovación interna y orgánica de la CEA. La nueva CEA se tiene que plasmar en un nuevo modelo organizativo que se basa en una reforma integral de los estatutos de la organización, donde se contemplen cuestiones como duración de mandato, edad de los directivos…, con objeto de actualizarnos a los nuevos tiempos. Esta reforma completa debe ir acompañada de una medida estratégicamente importante: la aprobación de un código ético y de buen gobierno que tiene que garantizar los comportamientos éticos en la gestión de la propia organización. En tercer lugar, estamos elaborando un protocolo de actuación y contratación con terceros, respondiendo al principio de transparencia. En cuarto término, un protocolo de responsabilidad de los administradores, de forma que cada cual sepa dónde está, cuál es su responsabilidad y cuáles sus derechos y obligaciones. Como culminación destaca la revitalización de la marca CEA y un cambio en todas las cuestiones reputacionales.

Este plan de acción, que se va a nutrir con las aportaciones de todos, se va a regir por cuatro principios fundamentales: transparencia, participación, gestión eficiente y potenciación de la representatividad de la organización. Para su ejecución, se han creado tres consejos: un comité consultivo, un comité de dirección a nivel técnico, y un consejo de régimen interior, para llevar el análisis y elaboración de dichos documentos. Además, lo tenemos que hacer en un tiempo récord. Mi intención es que a mediados de diciembre esté todo finalizado. Quiero que cuando se cumpla un año de mi toma de posesión se puedan visualizar no sólo las medidas que se están adoptando en el ámbito económico, sino también en el orgánico, interno e institucional.

Asimismo, la Confederación tiene que elaborar una memoria de sostenibilidad, siendo conscientes de la importancia que hoy en día tienen la transparencia y el buen gobierno de las organizaciones; es algo necesario. Nos debemos no sólo a nuestros asociados, sino a la propia sociedad.

Todo este proceso que he descrito tiene un recorrido a medio y largo plazo, y tendremos que luchar mucho entre todos para garantizar la viabilidad de la organización. Por mi parte tengo mucha confianza en mi equipo, y sé que ellos la tienen en mí; entre todos podemos conseguirlo.

¿Percibe Andalucía la leve mejoría que ofrecen los datos macroeconómicos a nivel nacional?

Aún es pronto para hacer afirmaciones. Yo creo que si dijésemos que la crisis ha terminado estaríamos lejos de la realidad. Hemos avanzado mucho en unos parámetros macroeconómicos muy relevantes; no olvidemos que hace un año y medio estábamos al borde del abismo y del rescate financiero del Estado español. Hoy el escenario es distinto: se han producido procesos de consolidación fiscal acertados, el plan de pago a proveedores ha permitido reducir las deudas de las administraciones públicas con las empresas, etc. Es decir, se han adoptado medidas positivas en la línea de reducir en la medida de lo posible el déficit público -no tanto la deuda pública que continúa desbordada y es una asignatura pendiente-, pero afirmar que estamos ya en la fase final de la crisis es muy arriesgado. Creo que estamos en la senda de la recuperación, pero que va a ser lenta.

Andalucía está también en esa senda. Es cierto que la crisis ha afectado a unas comunidades más que a otras, en algunas casi ha pasado de puntillas y en otras ha hecho un daño muy profundo. Andalucía ha sufrido dos recesiones muy duras en las que se han perdido miles de pequeñas y medianas empresas. Creo que el coste ha sido brutal, la hostilidad de la crisis ha sido demoledora para la creación de empleo y para la capacidad de supervivencia de las empresas. Y seguimos intentando sobrevivir porque aún necesitamos un entorno mucho más atractivo a la inversión. Necesitamos también que haya una reducción de la presión fiscal, que en ocasiones es insoportable, y una reducción de las cotizaciones sociales, que representan el 40% de la masa bruta salarial y cada año se incrementan; son una serie de elementos que dificultan mucho que el empresario pueda generar empleo.

¿Qué signos positivos se aprecian en la comunidad andaluza?

Hoy por hoy es cierto que no se destruye tanto empleo y desaparecen menos empresas. Afortunadamente se han sabido adaptar, después de siete largos años, a la situación de crisis, pero aún no podemos hablar de generación de empleo neto; sólo entonces podremos afirmar que estamos saliendo de esa crisis. Tenemos que luchar muy duro contra los insostenibles datos del desempleo en Andalucía. Para ello, los empresarios pedimos que nos dejen contratar, que nos generen un entorno menos hostil, que haya menos regulación normativa, menos trabas burocráticas, menos presión por parte de tantos factores que dificultan la actividad económica. Reitero en una y mil ocasiones que el principal activo que tiene una empresa es su personal, sus recursos humanos; no hay nada más doloroso para un empresario que prescindir de su equipo, que es parte de su ADN, fruto de un gran esfuerzo por formar, por configurar una cultura de empresa. Desgraciadamente se ha perdido muchísimo capital humano, muchas personas cualificadas.

Tenemos un reto muy importante con los jóvenes, que no encuentran oportunidades aunque están muy bien formados, y también me preocupan enormemente los mayores de 45 años, personas que por distintas razones se han quedado excluidas del mercado de trabajo y tienen enormes dificultades para lograr incorporarse de nuevo. Ahí hay que hacer un esfuerzo muy importante por parte de los agentes económicos y sociales y por supuesto de las administraciones públicas.

En materia de financiación, de acceso al crédito por parte de las empresas, ¿soplan vientos de cambio?

Se está percibiendo movimiento, que está empezando a generar actividad; algo distinto es que el crédito fluya. Parte de los problemas que han atravesado nuestras pymes y han provocado su desaparición ha sido la falta de acceso al crédito. También es cierto que las entidades financieras han sufrido unos procesos traumáticos de fusión, absorción, transformación, con el apoyo del Banco Central Europeo, que ya está finalizando, lo cual es positivo porque un sistema financiero sólido es muy importante para dar estabilidad a un país, pero es el momento de que la banca dé un paso adelante.

No todas las entidades son iguales, algunas están comprometidas con el tejido empresarial y otras no tanto, pero al menos se empieza a visualizar movimiento por parte de las unidades de negocio, que llevaban seis años y medio desaparecidas. Sólo existía un ‘gran dragón’ que era riesgos, que implicaba la exigencia de unas garantías muy complicadas, incluso para clientes habituales de esa entidad financiera, y con unos costes elevadísimos.

Este cambio de actitud que comienza a percibirse lo valoramos muchísimo en el mundo empresarial. Pero hasta que no se universalice el crédito a las pymes y a las familias, no va a crecer el consumo, y sin crecimiento del consumo no puede haber producción, al tiempo que sin producción no puede haber una generación de empleo consolidada, elemento clave para que concluya la crisis.

¿Está teniendo el efecto deseado el decreto aprobado por el Gobierno Andaluz para reducir las trabas burocráticas para la creación de empresas?

Ha sido un gesto importante que va en la dirección adecuada. Nosotros tuvimos una intervención muy directa en la gestación de dicho decreto y valoramos la sensibilidad que ha tenido la Consejería de Economía, Innovación, Ciencia y Empleo. De alguna forma sí se han reducido bastantes trámites y procesos administrativos, pero aún es insuficiente. Hay que transformar la cultura de la propia Administración, y no sólo la autonómica sino también las corporaciones locales, que son auténticas generadoras de burocracia y de controles administrativos innecesarios, de dificultades y trabas burocráticas. Apostamos por un proceso progresivo de desregulación, no de derechos, sino de procedimientos. La actividad empresarial está sobrecontrolada y sobredimensionada desde el punto de vista normativo. Voy a dar un dato bastante contundente: sólo en 2013 las comunidades autónomas promulgaron 13.000 nuevas normas y disposiciones en nuestro país, lo que significa una norma y media cada hora. Es imposible cumplir con tantísimas disposiciones y no cometer alguna falta administrativa, y si además a eso le sumamos el millón de páginas de los boletines oficiales de nuestro país también en 2013, es lógico que la actividad empresarial sea muy compleja. El ciudadano se ve de alguna forma condicionado en su día a día por un afán regulatorio permanente. Creo ha llegado el momento de que se juzgue a los parlamentos no por las normas que promulgan, sino fundamentalmente por las que derogan. No hay que pensar que cuantas más normas nuevas se promulguen más eficiente es la actividad de un parlamento. Lo que hay que analizar en cada norma son los efectos económicos de su promulgación en el tejido productivo, en la actividad económica. Las administraciones públicas tienen que valorar que la actividad económica, la actividad de las empresas, es la principal afectada por esa excesiva regulación.

En temas urbanísticos la normativa es un galimatías. Es heroico promover, urbanizar, ser empresario del sector inmobiliario con las dificultades que vivimos. En unos casos existe una regulación muy contundente desde el punto de vista de la limitación de la propia rentabilidad de las empresas, y por otra parte hay una ausencia lamentable respecto a determinadas regulaciones que sí requieren los empresarios. Cómo se comprende que se ‘híper-regule’ la actividad del sector inmobiliario y sin embargo de los 800 municipios que tiene nuestra comunidad autónoma no más de 150 tengan aprobados sus PGOUs. Eso es lo que queremos los empresarios, seguridad jurídica para actuar, reglas del juego para evitar conductas que no sean éticas, no ‘híper-regulación’. Para evitar la corrupción, el mejor antídoto es la seguridad jurídica.

¿Quién tiene la culpa de la precariedad de la mayoría de los pocos contratos de trabajo nuevos que se firman?

Creo que no la tiene nadie, la tienen el contexto y la coyuntura. El empresario quiere crear empleo, y además estable. Insisto en que el principal activo de una empresa no es el capital sino los recursos humanos. El capital no sirve si no tienes unos recursos humanos sólidos, bien formados y comprometidos con la empresa. Un empresario quiere contratar en unas condiciones que le permitan sobrevivir, pero es que estamos en un contexto donde la supervivencia de las empresas no está garantizada. Por eso el empresario tiene temor a la contratación. Durante siete años se ha visto abocado a destruir empleo muy a su pesar. El empresario que ha sufrido ese proceso tan difícil, que ha conseguido sobrevivir estos siete años, se merece todos los homenajes del mundo. Su interés es crear empleo estable, porque eso significará que tiene garantizada su supervivencia, pero no sabe qué hacer porque el consumo no se estabiliza, porque los elementos que hemos analizado previamente no dan síntomas de un cambio radical; por lo tanto, será progresivo. Un empresario quiere dar estabilidad, pero desgraciadamente hay muchísimo contrato temporal, si bien en los últimos meses se empieza a visualizar una tendencia al alza de los contratos indefinidos: estamos rozando el 8 o 9%, que aunque es insuficiente, es una buena noticia.

¿Cómo definiría al empresario andaluz?

Es un empresario valiente, que sabe adaptarse a las dificultades. De alguna forma tiene en la memoria colectiva como ciudadano, como andaluz, el criterio de la supervivencia muy marcado. Somos una tierra con una enorme historia, con una importancia fundamental en la cultura y en otras muchas facetas, y sin embargo a veces no se nos valora adecuadamente. Andalucía tiene un potencial inmenso y un empresariado muy respetable, que necesita no obstante transformarse y alcanzar más competitividad, adquiriendo mayor dimensión, mayor tamaño, intentando abrirse a nuevos procesos de internacionalización, garantizando sus propios recursos económicos y mejorando sus fórmulas de gestión para que esa supervivencia sea garantía de estabilidad.

Es un empresario por lo general atrevido, que se ha adaptado a la hostilidad de la crisis pero que no obstante necesita mejorar para no perder el ritmo del desarrollo y las exigencias del mercado, un mercado tremendamente abierto y competitivo. Como ejemplo, hay un sector en Andalucía que ha demostrado una fortaleza mental y estructural enorme que es el agroalimentario, que se ha transformado buscando uniones, alianzas, incrementando estructuras, creando cooperativas, sociedades agrarias de transformación, sociedades mercantiles que están abriendo mercados en países insospechados. Hace unos años era algo increíble, que el sector agroalimentario andaluz fuera capaz de dar ese impulso y esa modernización a sus propias estructuras. Es un ejemplo, pero hay otros muchos que están también transformándose como la logística, el transporte o la minería.

En cualquier caso, en Andalucía necesitamos muchas más empresas, con más tamaño y más dimensión, que sean capaces de asumir nuevos retos, pero será algo progresivo. Tengo mucha fe en el empresariado andaluz.

¿Qué papel están llamados a jugar los sectores inmobiliario y constructor en el nuevo modelo productivo que está surgiendo tras la crisis?

Yo deseo y confío en que este sector volverá a ser uno de los motores de la economía andaluza. Desgraciadamente es un sector que ha sido maltratado injustamente, se le ha culpabilizado de todos los males de la crisis y se le ha demonizado; no puede haber mayor injusticia. El sector de la construcción ha sido punta de lanza, se ha mostrado tremendamente dinámico y activo en la generación de empleo y riqueza, y como consecuencia de la gravedad de la crisis fue el primero en sufrir las consecuencias, pero no se le puede responsabilizar. El que piense que dentro de los nuevos modelos productivos de los que tanto se habla la construcción no puede sobrevivir, y además con un peso importante, se equivoca. La construcción es clave en Andalucía y en España, pero en Andalucía hay un dato contundente: del millón y pico de desempleados que tenemos, el 50% proviene de la construcción. De ahí podemos concluir que si el sector recuperara el pulso que todos deseamos, se reduciría a la mitad el desempleo de Andalucía. Es una actividad importantísima en la generación intensiva de mano de obra y tiene que tener la dimensión que le corresponde, quizás no en los ritmos de los años anteriores a la crisis, pero es fundamental.

La obra pública, la inversión productiva, todo lo relativo a la construcción-rehabilitación de viviendas, la eficiencia energética, etc., representan muchos espacios donde la construcción tiene que seguir siendo tremendamente útil, pero requiere un mayor impulso y un mejor tratamiento social e institucional.

Una valoración de las medidas de impulso a la construcción sostenible puestas en marcha por la Junta de Andalucía.

La valoración es muy favorable. En la elaboración del Decreto que impulsa la construcción y la rehabilitación sostenible tuvimos la oportunidad de discutir, de proponer, de sugerir, de sacar del cajón del olvido a la construcción, y agradecemos la sensibilidad que tuvo la Administración al entenderlo. Esos primeros 200 millones pueden saber a poco pero la realidad es que han sido un bálsamo importante que implica un cambio de tendencia de la actitud de la Administración hacia un sector demonizado. Los empresarios queremos que se vaya aportando mayor dotación presupuestaria, que en breve haya un nuevo plan de construcción sostenible, porque todo lo que tiene que ver con la rehabilitación, con la incorporación de elementos de innovación a la eficiencia energética en la edificación, etc., le está dando muchas opciones de supervivencia a muchas pymes de subsectores que viven de la propia construcción.

¿Sigue preocupando la deuda de la Administración con los constructores?

Aún sigue siendo preocupante la deuda que tiene la Administración, tanto autonómica como por parte de ayuntamientos, con empresas contratistas. Hay programas que no se han abordado, facturas que no estaban en el circuito de intervención y que están pendientes de abonarse…, en definitiva, son todavía muchas las empresas del sector constructor que están padeciendo esos retrasos.

En este contexto, algo también muy preocupante son las obras que están licitadas y adjudicadas, pero que ni siquiera se han iniciado porque no hay presupuesto, pese a que el constructor ha hecho inversión en maquinaria, en equipo, en personal, se ha dotado de las estructuras mínimas para iniciar las obras y ahora se encuentra en un callejón sin salida. Por eso FADECO y CEA hemos pedido a la Junta de Andalucía que a la mayor brevedad posible, sin obviar las limitaciones presupuestarias que existen, acometa una reprogramación de esas obras pendientes.

Y una última reflexión que no quiero pasar por alto: hay quien todavía no ha tomado conciencia de la importancia que tienen las infraestructuras. Son la clave en el desarrollo de un territorio, son las que vertebran, las que democratizan un territorio. Andalucía, afortunadamente, ha mejorado mucho sus infraestructuras en los últimos años gracias a los fondos europeos, que han permitido que los territorios estén más próximos. Las infraestructuras generan de forma inducida desarrollo, y por tanto hay que equilibrar todas esas medidas de consolidación fiscal con el mantenimiento del pulso de las infraestructuras. No puede ser que las inversiones en obra civil se corten de forma radical. Estamos en un ratio de licitación, de inversión en obra pública en Andalucía, del 10% de lo habitual antes de la crisis. Eso es insostenible. El sector público tiene que ahorrar en gastos corrientes y mantener la inversión productiva.

En materia de turismo residencial, ¿se está haciendo desde la Administración todo el esfuerzo posible para recuperar a esos potenciales clientes, especialmente extranjeros?

La Administración, y hablo de todas las administraciones, tiene que hacer mucho más, tiene que poner una alfombra roja a cualquier inversor, nacional o extranjero, y esa alfombra normalmente suele ser parda por las dificultades, las trabas, la enorme desidia en la atención a dichos inversores. Si no tenemos unas reglas del juego definidas en ordenación del territorio, si todavía nos faltan los planes generales, invertir es un auténtico calvario. Reivindicamos esa seguridad jurídica que permita a personas que tienen unos recursos económicos más elevados poner sus ojos en una de las mejores tierras que tiene Europa: Andalucía. También hay que tratar mejor a los residentes no domiciliados desde el punto de vista fiscal. Desde CEA, a través de CEOE, hemos hecho una propuesta al Ministerio de Hacienda para que en la tramitación de los tres reales decretos de reforma fiscal se tenga en cuenta un tratamiento fiscal mucho más favorable para esos residentes no domiciliados. Existen países como Portugal o Malta que les ponen esas alfombras rojas a los inversores, mientras nosotros les pedimos que declaren en España sus recursos y los ingresos que han podido generar fuera de nuestro país; es algo absurdo que implica una gran limitación. Tenemos que ser más inteligentes en el trato que les damos a esos inversores.

¿Está ganando mucho peso la internacionalización en el sector constructor y actividades afines

Un peso muy relevante, aunque con distintas fortunas; no a todo el mundo le está resultando favorable la experiencia. En cualquier caso, hay que descubrirse con las empresas del sector de la construcción, ante lo que están haciendo en materia de internacionalización. Mi reconocimiento es total para esas empresas que están desembarcando en Oriente Medio, Colombia, Chile, Perú, etc.; con aquellas que están abordando retos importantísimos a través de procesos de ingeniería, tecnológicos, de consultoría, empresas andaluzas que están obrando casi milagros frente a la parálisis que existe aquí. Abrirse a nuevos mercados es admirable. Creo que podemos estar orgullosos del nivel de eficiencia y calidad de esas compañías que están prosperando fuera, conquistando mercados muy complejos en los que tradicionalmente era imposible entrar y superando muchísimas dificultades.

Para concluir, un deseo para las empresas andaluzas para el curso 2014/2015.

Les deseo mucha fuerza, que sigan resistiendo, que tengan confianza en el futuro, en su capacidad de adaptación, que ha sido admirable en estos años de crisis. Y que por supuesto sigan luchando por lo más importante que es generar riqueza y empleo, el mayor elemento de progreso. Cuando se habla de progresismo, no hay nada más progresista que crear empleo, y eso lo hacemos los empresarios. Ai

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