«Hemos hecho un esfuerzo muy grande por tender puentes y negociar»

Javier González de Lara y Sarria

Presidente de la Confederación de Empresarios de Andalucía (CEA)

 

“El hecho de que me hayan apoyado para que renueve cuatro años supone una responsabilidad enorme, porque no quiero defraudar a esas personas que quieren que siga”. Cuatro años después de haber accedido a la presidencia de la Confederación de Empresarios de Andalucía, Javier González de Lara se presenta el 22 de marzo a la reelección, impulsado en su decisión por el apoyo unánime del Comité Ejecutivo y la Junta Directiva de la organización.

Nacido en Málaga en 1963 y licenciado en Derecho, González de Lara ejerce asimismo las presidencias de la Confederación de Empresarios de Málaga y de la Fundación CEM, Cultura, Economía y Medio Ambiente, además de la Sociedad de Garantía Recíproca Avalunión SGR y la Mesa de Calidad del Sistema Integral de Calidad Turística en Destino (Sicted-Málaga), del Fórum de Turismo de Málaga.

Hace cuatro años, se encontró al llegar una CEA en una situación muy compleja desde todos los puntos de vista, y no sólo ha conseguido mejorarla en todos ellos, merced a las reformas y las transformaciones que ha impulsado junto a su equipo, sino que ha logrado lo más importante y difícil: proyectar la credibilidad y la confianza que requiere una organización que representa a los más de 200.000 pymes y afiliados que tiene en la comunidad autónoma. La clave para conseguirlo, además de tesón, humildad y esfuerzo, es el diálogo, sin duda, “el mejor vehículo del entendimiento”. No en vano, en 2006 le fue otorgada la Medalla de Oro del Consejo Andaluz de Relaciones Laborales por su dilatada trayectoria en este ámbito y por su contribución al diálogo social en la provincia malagueña.

Si se confirma su reelección, que parece a todas luces segura, sus objetivos principales van en la línea de ahondar en la renovación iniciada en su primer mandato: “Tenemos que hacer a la organización más transparente, más participativa, con una visión reputacional mejor desde el punto de vista social”. Y siempre mirando al frente: “Nunca he mirado atrás, nunca he responsabilizado a nadie de nada, no he venido aquí a juzgar el pasado sino al resolver el futuro, que se construye cada día”.

Dotado de un destacado talento artístico, comparte su dedicación al mundo empresarial con su faceta artística de pintor marinista, en la que disfruta de un reconocimiento que le ha permitido exhibir su obra en numerosas exposiciones individuales y colectivas, nacional e internacionalmente.

 

El pasado diciembre anunciaba que se presentaba a la reelección para continuar al frente de CEA. ¿Se lo tuvo que pensar mucho?

Este tipo de decisiones nunca son fáciles y obedecen a muchos criterios. Había una petición mayoritaria de muchos sectores empresariales y territorios que me decían que debía continuar, que se ha hecho una labor importante de renovación de la CEA en estos últimos cuatro años. Pero qué duda cabe que las decisiones no son fáciles porque hay componentes familiares, personales, que tienes que calibrar. El 14 de diciembre fue un día emotivo, porque tanto el Comité Ejecutivo unánimemente como la Junta Directiva apoyaron mi candidatura a la reelección. Esa unanimidad en el respaldo al proyecto fue esencial.

 

¿Cuáles han sido los logros fundamentales en estos cuatro años?

Fundamentalmente, reformar, modernizar la organización, hacerla más transparente, más participativa, donde los principios representatividad y de gestión eficiente sean básicos. También era muy importante recuperar la credibilidad y la gestión interna, pues me encontré una situación muy compleja desde el punto de vista económico y financiero. Seguimos peleando, pero la situación es más positiva, hemos evolucionado favorablemente y en esta nueva etapa, gracias a esa unidad empresarial que hemos consolidado, podemos terminar de resolver los problemas que arrastramos del pasado.

 

¿Cómo definiría la actual CEA?

Somos una organización sólida, con más de 200.000 pymes y autónomos afiliados en Andalucía. Hoy por hoy es la patronal más fuerte del país en cuanto a número. Si habláramos de dimensión de la empresa sería otra cuestión, pero no hay patronal con una base asociativa tan grande. Hemos hecho un esfuerzo muy grande para tender puentes, negociar, buscar puntos en común, y ese ha sido el trabajo de todo el equipo, solo no hubiera sido capaz de conseguirlo. Hay un equipo técnico en CEA extraordinario y un Comité Ejecutivo que también lo es.

 

Y el 22 de marzo, elecciones.

En efecto, el 22 de marzo celebraremos la asamblea general ordinaria y a continuación la extraordinaria, y queremos que sea un día importante para la organización. El 15 de febrero se abre el periodo de presentación de candidaturas, pero el hecho de que el Comité y la Junta Directiva en diciembre hayan respaldado la mía es un aval para seguir luchando.

 

¿Trabaja mucho con Madrid?

En este último año me he volcado muchísimo en trabajar con CEOE, CEPYME…, y me gustaría en esta nueva etapa implicarme más en la gestión de la colaboración en Madrid. Tenemos que incrementar la presencia de Andalucía, que tenga un mayor reconocimiento porque lo necesitamos, porque con los desequilibrios territoriales que estamos viendo es un momento magnífico para romper estereotipos, imágenes distorsionadas. En Andalucía hay empresarios y empresarias extraordinarios y tenemos que ponerlo en valor.

El paso lo hemos dado y ojalá el día 22 haya unidad empresarial, para mí es la gran obsesión. Se está consiguiendo, pero es algo que tienes que mantener con enorme cariño, mucha humildad y mucho trabajo, porque al final esa unidad es la que te hace fuerte.

 

Los retos para los próximos cuatro años.

Tenemos que hacer a la organización más transparente, más participativa, con una visión reputacional mejor desde el punto de vista social. Hemos atravesado dificultades, pero nunca he mirado atrás, nunca he responsabilizado a nadie de nada, no he venido aquí a juzgar el pasado sino a resolver el futuro, que se construye cada día en el presente. En esa línea, creo que hemos conseguido recuperar un criterio de reputación social e institucional muy potente y gestionar eficientemente la organización. Nada más llegar marqué una hoja de ruta, una reforma de estatutos, de toda la estructura de regulación interna de la casa, con un nuevo organigrama, y algo que era muy importante para mí, un código ético y de buen gobierno, con unas instrucciones internas de contratación que propiciaran que todo se hiciera con la máxima transparencia. Tenemos de hecho un portal de transparencia en la web, donde están al alcance de todos los datos fundamentales de CEA. El asociado tiene que saber qué se hace, cómo se emplean sus cuotas, etc., y tenemos que estar sometidos siempre a la crítica constructiva.

 

¿Y en un plano más global?

Centrarnos en la economía de libre mercado, es decir, promocionar la libertad de empresa. Asimismo, todo lo que está por venir en materia de digitalización para las organizaciones empresariales es muy importante, tenemos que renovarlas, modernizarlas, con todos los criterios de adaptación a los retos de la digitalización, y conseguir que el reconocimiento institucional sea aún más potente.

 

¿Queda mucho más por hacer?

Cuando entré, tuvimos varios lemas relacionados con distintos planes de acción. Ahora para mí el lema es una CEA renovada al servicio de las empresas, una CEA que tiene que estar a disposición de todo lo que las empresas quieren, nuestro capital fundamental son las empresas y tenemos que trabajar para ellas. Somos una organización de gestión de intereses, y las empresas tienen que ver en la organización que se gestionan adecuadamente sus intereses. Intentamos que se amortigüen los intereses de los asociados frente a la regulación normativa; vivimos muy intervenidos, con una cantidad de regulación desproporcionada, y CEA es un amortiguador para evitar que las cosas sean más difíciles.

 

Es fundamental todo lo que se evita desde las organizaciones…

En efecto. Quizás a las organizaciones empresariales se nos debe juzgar más que por todo lo que conseguimos, por todo lo que evitamos. Existe un afán institucional de quererlo regular todo, y gracias al consenso, a esa mano tendida, hemos evitado muchas cuestiones, gracias también al  mérito de la contraparte. Con las centrales sindicales sucede igual, si no evitáramos conflictos, huelgas…, es algo que no tiene una trascendencia social clara, pero has evitado un conflicto, y lo has hecho gracias a que ha habido una alianza con otras organizaciones que han hecho lo mismo que tú.

 

¿Se dialoga poco?

Sin duda el mejor vehículo del entendimiento es el diálogo y se usa poco. Hay poco tiempo para el diálogo, cuando es un elemento fundamental. Siempre me ha apasionado todo lo relacionado con la resolución extrajudicial de conflictos. Cuando me plantean un problema intento ponerme en la piel de la otra parte para poder entender y resolver el conflicto. Normalmente nos posicionamos más que en gestionar intereses en gestionar posiciones, y cuando gestionas posiciones es muy difícil avanzar porque ahí entran las emociones. Pero si analizas los intereses de unos y otros e intentas comprenderlos, podemos llegar a un punto de equilibrio donde todos estemos en sintonía.

 

¿El empresario es consciente de todo este trabajo ‘en la sombra’?

Creo que no, la sociedad no es consciente de lo que se evita. El trabajo soterrado, discreto, prudente, me produce admiración, admiro a esas personas que hacen con enorme discreción un servicio público tan grande como el que por ejemplo hacen los cuerpos y fuerzas de seguridad del Estado. En nuestra parcela hacemos una labor en esa línea, aunque al ciudadano en general o al asociado le cueste trabajo entenderlo porque no se lo han contado.

 

¿Cuál es el elemento clave para que las organizaciones funcionen?

Las personas. Si hay personas responsables, serias, que se comprometen, normalmente suele haber una buena opinión de la organización. Sostengo que una organización puede tener muchos años, pero si hay personas que lo hacen mal, queda dañada la institución, y si hay personas diligentes, con buena imagen, reputación, y sobre todo compromiso, al final todo el mundo ve la valía de esa institución.

 

A usted no le gusta figurar.

Soy de la opinión de que en cualquier organización o colectivo, uno debe venir a servir, no a servirse, y debe tener sentido de la generosidad. Puedo tener mil defectos, pero tengo la suerte de estar libre de la vanidad. En el momento en que te liberas de la vanidad trabajas con muchísima naturalidad, porque al final la vanidad, el afán por querer figurar, te bloquea. Yo no quiero figurar, sólo quiero ser útil. El hecho de que me hayan apoyado para que renueve cuatro años para mí supone una responsabilidad enorme porque no quiero defraudar a esas personas que quieren que siga. El día que no me sienta con fuerzas o lo haga peor tendré que tener la humildad de reconocer que vendrá otro que lo hará mejor. El verdadero líder es el que forja otros líderes.

 

El hecho de no ser de Sevilla, ¿le ha representado alguna dificultad?

Ninguna, salvo las meramente territoriales de desplazamiento. La presidencia de CEA me ha permitido no sólo conocer Sevilla mejor y vivir las singularidades de una ciudad y una provincia tan extraordinarias, sino también ser humilde protagonista en la construcción de un eje Sevilla-Málaga o Málaga-Sevilla que también era necesario. Unir el potencial de Málaga como capital económica de Andalucía, con la capital política y administrativa que representa Sevilla, es muy bueno.

En estos cuatro años he recorrido más de 300.000 kilómetros en coche, en tren, por todas las provincias, y para mí eso es un orgullo, porque no he tenido el menor rechazo en ningún sitio, nada que sostenga esos estereotipos sobre las rivalidades. En el mundo empresarial esto está superado. El empresario o empresaria inteligente busca la cooperación y la alianza.

Me siento además muy orgulloso de haber descubierto tantas magníficas personas en Sevilla, personas que me han ayudado muchísimo y sin las cuales no habría podido construir nada. Es verdad también que esa complicidad nos ha servido para construir una CEA más descentralizada, una CEA más abierta, que hacía falta.

 

¿Cómo calificaría las relaciones con el resto de agentes?

Muy cordiales, CEA no tiene relaciones negativas con ninguna institución desde que yo soy presidente. Estamos para tender puentes, forjar diálogo y consenso. Con las centrales sindicales puede haber disparidad de criterios, pero siempre hay respeto institucional y un afán por buscar soluciones. Con la Administración ocurre igual, no distinguimos los colores políticos, estamos para ayudar a las empresas a resolver sus problemas. Hacemos política, pero política empresarial, apartidista, de hecho, es algo que forma parte consustancial a nuestro día a día. Hacer política claro que hacemos, pero como digo, política empresarial, y en esa política necesitamos que se comprendan distintos puntos de vista, que se abran mesas de debate y que tus aportaciones o alegaciones al final sean tenidas en cuenta. No podemos tener prejuicios de ninguna clase, y afortunadamente nuestro equipo no los tiene.

 

Saliendo del ámbito estricto de CEA, ¿cómo ha evolucionado la situación de la empresa andaluza?

Hemos pasado 10 años durísimos, en los que perdimos 54.000 Pymes en Andalucía, una cifra tremenda. Afortunadamente nos vamos recuperando, la situación económica de Andalucía es mucho mejor, llevamos dos años y medio de crecimiento sostenido; se está generando empleo y riqueza como consecuencia de una serie de factores importantes. Por un lado, los factores internacionales, exógenos, que nos están ayudando, como el precio del petróleo, los tipos de interés… Pero también hay otros factores endógenos importantes, hemos sabido transformar nuestro tejido productivo para hacerlo mucho más competitivo.

 

¿Dónde hemos tenido más éxito?

La economía andaluza ha mejorado muchísimo en sectores donde no tenía el dinamismo que actualmente tiene. Hemos echado mucho de menos la importancia del sector inmobiliario, de la construcción, que es un motor de empleo brutal, pero cuando veíamos un abismo y el sector de la construcción se frenaba, la industria agroalimentaria ha cogido un relevo tan potente que ha generado un volumen de exportación récord, con más de 30.000 millones de euros en 2017. Y si hablamos del turismo, está en cifras también históricas, como consecuencia del buen hacer de empresarios y trabajadores, y la cooperación de la Administración pública, con estrategias conjuntas.

 

El turismo en efecto está batiendo todos los récords

Sin obviar que en el turismo también existen riesgos, que tenemos que legalizar la oferta ilegal o sacarla a la luz, hacer mejores acciones de promoción, romper la estacionalidad, etc., dentro de esa sombra hay que ver el lado positivo de su aportación a la economía, mostrándose como un sector muy dinámico en la creación de empleo.

 

En general, España y Andalucía van mejor.

En 2017 en nuestro país se han generado 610.000 empleos, y en Andalucía 170.000. Eso significa que nuestra tasa de desempleo ha bajado, y eso es algo bueno. Estamos al 24,3% de desempleo, partiendo del 35%. Es muy importante que Andalucía está consolidando su desarrollo y como empresarios pedimos que nos dejen trabajar, que podamos seguir funcionando, que se creen entornos más competitivos desde el punto de vista económico, y que se den las condiciones para que crezcan las empresas.

 

¿Y tenemos deberes en este entorno de crecimiento?

Tenemos algunos deberes que me preocupan y me interesa poner en valor, que son tres factores de la empresa: número, dimensión y densidad. Andalucía tiene 500.000 empresas, somos la tercera comunidad de España en volumen global de empresas tras Cataluña y Madrid, pero tenemos un problema de dimensión. Tenemos que crecer más, 9 de cada 10 empresas son micropymes, y ese es el gran problema. E igual ocurre con la densidad respecto al volumen de habitantes, de 8,5 millones de habitantes que tiene Andalucía tenemos una densidad de 60 empresas por cada 1.000 habitantes, cuando la media nacional está en 70 empresas por 1.000 habitantes.

Tenemos que ser conscientes en los próximos años de abordar esos retos, de no poner trabas administrativas o burocráticas a las empresas para que crezcan. Ahí voy a hacer mucho énfasis en esta etapa nueva. Cuando llegué hablábamos de una hipertrofia de regulación y eso está asumido, y ahora desde el punto de vista político todo el mundo quiere simplificar las normas, lo cual es positivo, pero cuesta mucho trabajo. Lo mismo ocurre con las medidas que se deben adoptar desde el punto de vista político para que las empresas adquieran mayor dimensión. No basta con decirlo, hay que crear un entorno donde la simplificación administrativa lo facilite.

 

¿Podemos cuantificar esa necesidad de crecimiento?

Hay un objetivo que podríamos marcarnos, se lo he dicho a la presidenta de la Junta y lo he repetido muchas veces, crear 100.000 empresas más en Andalucía, que no es una quimera. En 2016 se crearon en Andalucía 17.000 empresas netas. Este año hemos bajado hasta algo más de 15.000, de modo que nos marcaríamos el objetivo a cinco o seis años. Esas 100.000 empresas reducirían la tasa de desempleo en 10 puntos, con lo que Andalucía podría estar en una tasa en torno al 14% de desempleo. Por tanto, marquemos ese objetivo, crear más empresas para reducir la tasa de desempleo. Después habrá que ver el grado de supervivencia que puedan tener esas empresas, pero hay que crearlas.

 

¿Cómo calificaría la situación del sector inmobiliario y de la construcción?

Ante todo me descubro por el sector inmobiliario, que lo abarca todo. Hay que descubrirse ante él porque ha vivido un proceso muy cruel de transformación, de caída a plomo, y sobre todo de culpabilización de pecados que no había cometido. Creo que es injusto. Los empresarios hemos intentado transmitir a la sociedad que ese discurso no sólo era falso, sino también injusto, y que lo que hay que hacer es recuperar el pulso del sector de la construcción.

Primero, porque es generador intensivo de mano de obra; de los 960.000 parados de Andalucía, uno de cada dos proviene de la construcción. Es decir, si fuéramos capaces de recuperar aunque fuera el 50% del ritmo de 2006 de este sector, ahora mismo Andalucía podría tener la mitad de la tasa de desempleo, sumando la receta que hablaba de las 100.000 empresas en Andalucía. El sector de la construcción dinamiza mucho.

En segundo lugar, porque el sector ha sabido no sólo reponerse, sino que ha intentado recuperar su espacio y lo está consiguiendo en el último año y medio. Estamos hablando de edificación y rehabilitación de vivienda. Creo además que el impulso turístico está ayudando porque en muchas ciudades la rehabilitación ha propiciado que haya una concesión de licencias mayor, más activación; la vivienda de uso turístico, pese a las controversias conocidas, ha generado que muchos centros históricos de ciudades como Sevilla, Málaga o Granada estén desconocidos para bien, y eso es bueno, ahí hay un motor de dinamismo. Además, se están visando muchos más proyectos de vivienda nueva, tras nueve años liquidando los activos que tenían las entidades financieras.

 

¿El sector público ha estado a la altura?

Después de descubrirme por un sector inmobiliario admirable, que está en el top de calidad y credibilidad respecto a su capacidad empresarial, tengo que decir con pesar que el sector público no ha estado a la altura de esa transformación. En la crisis hemos aprendido todos a adaptarnos, a sufrir, a apretarnos el cinturón, pero el sector público en general no ha asumido la necesidad propia de transformarse. Se han adoptado todo tipo de reformas en este país, económica, fiscal, laboral, financiera…, pero la reforma del sector público ha caído en el olvido. La Administración no se ha transformado.

 

¿Y qué consecuencias ha tenido?

Al no transformarse, no ha ayudado al crecimiento. El sector público no invierte, por lo que el milagro del 3% es del sector privado. El sector inmobiliario y de la construcción está recuperando el pulso y el sector público no le aporta financiación ni ayuda para crear infraestructuras necesarias, básicas e imprescindibles.

La Administración aduce siempre que no hay dinero, pero esto es un error de concepto, la inversión pública es inversión productiva, generadora de empleo y riqueza, no es gasto, la inversión en infraestructuras viarias, aeroportuarias, hidrológicas, etc., es necesaria. ¿No somos conscientes, por ejemplo, de que el principal problema de este país es el del agua? Dentro de seis meses podemos tener problemas con un turismo de 82 millones de personas que lo que quieren es abastecerse y no tener problemas de ese tipo. Pero parece que no nos interesa analizar cuáles son las necesidades.

 

Y además, contamos con ingenierías y constructoras de primer nivel.

Desde luego. Tenemos unas fantásticas empresas andaluzas, y por supuesto de toda España, pero tengo que romper la lanza por las andaluzas, que están capacitadísimas para acometer cualquier obra de ingeniería, de consultoría, de desarrollo, de ejecución, en materia hidrológica, ferroviaria, portuaria, aeroportuaria…, estamos con las mejores empresas, y las tenemos de alguna manera desocupadas, talento empresarial que se tiene que buscar la vida fuera del país. A todo lo anterior hay que añadir que la infraestructura, llegado un momento, se queda obsoleta, cuando llevas casi una década sin conservar por ejemplo una carretera, se va deteriorando.

Lamento que estamos viviendo todavía en la inercia de la consagración del término austeridad, como si fuera una palabra admirable, y yo siempre he dicho que debe ser un medio, no un fin. Yo estoy de acuerdo con la austeridad para conseguir unos objetivos de déficit público, para administrar bien, pero una cosa es utilizarlo como un elemento natural de funcionamiento, y otra es llegar a la austeridad como si fuera el fin último. Se han aprobado normas que han podido ser útiles en determinadas coyunturas, pero esas coyunturas en mi opinión han terminado: si estamos en un crecimiento de un 3%, sin apenas financiación pública, las administraciones tienen que poner ya a calentar en el caldero también su parte, poner a fuego también sus fondos, su capacidad, para que el guiso salga adecuadamente, porque no basta con el empuje de la iniciativa privada, que bastante está haciendo con reestructurarse y reflotarse. Necesitamos inversión en infraestructuras de manera urgente en todo el país.

 

¿Andalucía tiene aún mucha necesidad de infraestructuras?

Andalucía tiene muchos retrasos endémicos que necesitan mucha inversión, y tenemos empresas extraordinarias para poder acometer esos esfuerzos en materia de inversiones. Por eso decimos que antes de mirar a empresas que no son de Andalucía, que se tengan en consideración las empresas de aquí, desde las pequeñas y medianas a las grandes en sector de la construcción, que son excelentes

Es difícil, pero hay soluciones, no basta con la resignación. Nosotros tenemos que ser el eco para que ellos sean conscientes de que tienen que transformar sus criterios. La Administración tiene que cumplir con el objetivo de que no haya mayor endeudamiento en materia de consolidación fiscal y presupuestaria. Pero pocos saben que, por ejemplo, los ayuntamientos de Andalucía tienen 3.000 millones de euros guardados en las entidades financieras con una rentabilidad al 0,15% que no pueden utilizar por las reglas de gasto existentes, que establecen unas limitaciones en base a la capacidad inversora de la entidad y al déficit que arrastra. Ese dinero está ocioso. No estoy diciendo que se malgaste, pero si hubiera una relajación en los requisitos de la aplicación de los mismos, sencillamente con que se computaran como dinero no destinado a gasto corriente sino a inversión productiva en materia de infraestructuras, cambiaría todo mucho.

 

Se podría hacer al menos con determinados municipios.

Claro, se podrían marcar ciertas excepciones con municipios solventes, ayuntamientos que están bien gestionados, que tienen un dinero que no pueden gastar, porque no se lo permite la norma, y que si justificaran que no es para hipertrofiarse más sino para invertir en mejorar el municipio y dar respuesta a una necesidad, que la norma lo aceptara como una fórmula para incentivar la actividad económica productiva. Por ahí tenemos que insistir los empresarios para que algún día se den cuenta del efecto tan perverso que tiene la paralización de las inversiones.

 

¿Y qué le parece la nueva Ley urbanística de Andalucía que tramita la Consejería de Medio Ambiente y Ordenación del Territorio?

En mi opinión, los años de la crisis han sido un tiempo perdido. Con un sector tan potente como el de la construcción e inmobiliario frenado por las circunstancias que hemos analizado, se deberían haber aprovechado esos años para la aprobación o adaptación de los PGOU, y sin embargo ha habido una relajación y no se ha avanzado como debería.

Estamos viendo en efecto que la Administración pretende que al final los planes generales se tramiten en la mitad de tiempo, en tres o cuatro años, pero a ver si es posible. En cualquier caso, lo que hay es insostenible, el desarrollo de un territorio no puede estar marcado por ese afán regulatorio, ese afán permanente de control donde el garantismo está por encima del propio interés general. Hay que reflexionar profundamente sobre eso, y lo estamos haciendo con la Consejería de Medio Ambiente, donde observamos buen talante y buena sintonía. El problema es lo que traemos heredado, cientos de ayuntamientos en Andalucía cuyos planes generales no están aprobados y no sabemos cuándo lo van a estar. Tenemos que estar preparados para cuando haya posibilidad de desarrollarlos. Y hay que mirar hacia municipios como Estepona, que tiene su situación urbanística razonablemente adecuada, y eso hace que las inversiones acudan, porque el inversor quiere seguridad jurídica y estabilidad. Es cuestión de tener voluntad y poner en marcha los mecanismos adecuados.

 

¿Hacen autocrítica los empresarios?

Por supuesto, somos los primeros que hacemos autoevaluación, autoexamen, y reconocemos los errores que cometemos, nada menos que siendo expulsados del mercado. Cuando una empresa fracasa, el mercado es implacable, te expulsa, te elimina. Los empresarios estamos haciendo un esfuerzo de readaptación, de transformación, de asumir el reto de la dimensión, de la digitalización, de la internacionalización, de asumir una gestión más eficiente, de tener capacidad de financiación bancaria que es casi imposible, y buscar mecanismos alternativos, pero como antes decía, tiene que acompañar la Administración. Es como el que está con la cantimplora en el desierto, administrando gota a gota para llegar al final del camino, y sin embargo el sector público está en una situación acomodaticia, sin aportar. Si no se transforma, al menos que inyecte financiación para que haya más inversiones en obra civil. Y en paralelo tenemos que perseguir que la Administración sea más ágil, más eficiente y que no esté tan hiperdimensionada, nos hace falta esa toma de conciencia, y los empresarios tenemos que seguir recordándolo.

 

Para concluir, una valoración de la situación en Cataluña.

Es un problema que nos preocupa muchísimo, un conflicto que se ha convertido en la mayor preocupación de nuestro país cuando no debería serlo, un conflicto que atenta a la seguridad jurídica del estado de derecho español. En CEA hemos tenido un posicionamiento muy firme de apoyo a las instituciones del Estado, al ordenamiento jurídico y a las instancias judiciales en todas las medidas adoptadas. Para mí ha habido una serie de días clave desde el 1 de octubre. Primero, el día 3, fecha del brillante discurso del Rey, ocho minutos perfectamente medidos respecto a cuál era el camino y su posicionamiento. A los dos días se produjo la aprobación por parte del Gobierno de una reforma legal para que las empresas en Cataluña pudieran trasladar su sede a otra comunidad sin necesidad de convocar una junta de accionistas, lo que provocó la salida de multitud de empresas. Ahí es cuando se le gana el pulso a este soberanismo desquiciado y totalmente iluso e irracional.

Nosotros siempre vamos a defender no sólo el criterio de unidad de nuestro país, sino un criterio de unidad de mercado lógico y racional. Ciertamente, la situación está tomando el cariz de un sainete donde la persona que ha sido presidente de la comunidad de Cataluña está en una deriva nacionalista absolutamente desenfrenada. Yo espero que haya firmeza, que la sensatez que hasta ahora ha existido por parte de las distintas fuerzas políticas se siga manteniendo, y que al final el tema caiga por su propio peso. Tenemos que estar más unidos que nunca, defendiendo unos criterios de respeto a las normas de la Constitución, que es la Carta Magna que nos dimos todos y que por cierto Cataluña aprobó sobradamente y con más holgura que otras muchas comunidades de nuestro país. Tenemos que seguir construyendo nuestro destino juntos.

 

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